Featured Article
miércoles, 23 de diciembre de 2015
martes, 22 de septiembre de 2015
domingo, 13 de septiembre de 2015
Novena a San Pío de Pietrelcina
Has
venido a visitarme como Padre y como amigo. Jesús no me dejes solo. Señor,
¡quédate conmigo!
Soy
un peregrino, sin rumbo en un mundo envuelto en tinieblas. Dame tu luz y tu
gracia. Señor, ¡quédate conmigo!
Señor,
en este momento precioso, me abrazo a ti.
Que
esta unión dure para siempre. Señor, ¡quédate conmigo!
Acompáñame
a lo largo de mi vida; necesito tu presencia. Sin ti no soy nada y caigo.
Señor, ¡quédate conmigo!
Llega
la noche y voy corriendo, como un río, hacia el mar profundo de la muerte.
Señor, ¡quédate conmigo!
Sé
mi fuerza en el sufrimiento y en el gozo, mientras vivo y en la hora en que
moriré en tus brazos. Señor, ¡quédate conmigo!
14 DE SEPTIEMBRE
- I DÍA
•
Oh glorioso y santo Padre Pío, estamos a tus pies, vuelve a nosotros tu mirada.
Somos tus devotos; hemos admirado tu vida, seguido tus pasos y experimentado el
poder de tu intercesión. Durante tu vida en esta tierra, una multitud de gente
llegaba cada día a San Giovanni Rotondo para verte, contemplar tu fe, recibir
el perdón a través de tu palabra, escuchar tus enseñanzas y pedir tu
intercesión. Con ese mismo amor, y conscientes del maravilloso poder que tiene
ante Dios tu oración, venimos hoy a tus pies.
•
Ruega por nosotros. Nos encomendamos a ti con la certeza de que nos obtendrás
de Dios las gracias que necesitamos. Las pedimos también nosotros al Dador de
todo bien, por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
•
Intenciones:
-
Para que conceda al mundo y a la Iglesia padres responsables y fieles a la
misión que se les ha confiado, Roguemos
al Señor.
-
Para que en las familias se cultive el cuidado de la salud, tanto corporal como
espiritual, de cada uno de sus miembros, Roguemos al Señor.
15 DE SEPTIEMBRE
- II DÍA
•
Oh glorioso Padre Pío, desde niño te ofreciste
a Dios como instrumento de reparación. Tu familia era pobre y en ella
comenzaste a crecer en edad, en sabiduría y en bondad. Tu padre, soñando un
futuro mejor, viajó a Argentina y tú, que dijiste un día: “Mi padre se marchó
lejos de su mujer y de sus hijos para conseguir para todos algo que comer”,
reconociste la valentía de este gesto. Tu madre, ayudada por sus hijos, se
dedicaba por entero al trabajo de los campos para que nada os faltara. Tenemos
el testimonio que tú mismo nos has dejado y que nos sirve de enseñanza:
“Desde
la más tierna infancia trabajamos con empeño... El pan sabía a trabajo... Amábamos a nuestros padres...
Junto a ella luchábamos la gran batalla de la vida...”.
•
Haz que el Señor nos conceda también a nosotros hijos así: entregados al
trabajo, afectuosos, integrados en la familia. Lo pedimos también nosotros al
Dador de todo bien, por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
•
Intenciones:
-
Para que las familias sean para los niños escuela e iglesia, Roguemos al Señor.
-
Para que los niños crezcan agradeciendo el amor y la entrega de sus padres,
Roguemos al Señor.
-
Para que en las familias brille el amor mutuo y se ore a Dios, sabiendo que la
familia que reza unida permanece unida. Roguemos al Señor.
16 DE SEPTIEMBRE
- III DÍA
•
Oh santo padre Pío, tú creciste en una familia profundamente religiosa. Fue tu
padre el que un día te llamó junto a sí y te hizo esta importante pregunta:
“Hijo
mío, ¿no te gustaría ser religioso o sacerdote?”.
Leyendo
las entrevistas que se hacen a niños y jóvenes sobre su futuro, vemos que no
toman en consideración la posibilidad de una vida consagrada.
Si
les preguntamos qué quieren ser de mayores, responden que quieren ser
militares, médicos, sastres o ingenieros, y la vida religiosa no está entre sus
proyectos. ¿Por qué? Sin embargo, el honor más grande que puede recibir una
familia es el de tener un hijo a quien Dios ha elegido para consagrarlo para sí
como religioso o como sacerdote.
•
Pedimos tu protección para que en la Iglesia surjan abundantes vocaciones y
haya siempre muchos santos y religiosos. Lo pedimos también nosotros al Dador
de todo bien, por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
•
Intenciones:
-
Para que todos los servicios que prestamos manifiesten nuestra fe en el
Evangelio, Roguemos al Señor.
-
Para que sepamos estar cerca de nuestros hermanos pobres y necesitados,
Roguemos al Señor.
-
Para que vivamos en actitud de servicio y evangelicemos con el ejemplo y con la
palabra, Roguemos al Señor.
17 DE SEPTIEMBRE
- IV DÍA
•
Oh Santo Padre Pío, en el convento iniciaste una vida nueva, consciente de
todas sus consecuencias. Lo dijiste tú mismo: “Tenía sólo 16 años pero sabía
bien lo que tenía que dejar de lado si quería ser un buen religioso... Tenía
que dedicarme a conocer mejor las exigencias del estado de vida que
voluntariamente había elegido y dejarme compenetrar por la filosofía y la
teología. Me esperaba una vida de comunidad, que me pedía un fuerte
enriquecimiento espiritual...”. Nadie te había engañado. Tu madre, al dejarte
marchar al convento, te había dicho: “Has querido que te acompañe hasta la
puerta de tu nueva casa. Ahora, con tus hermanos, vuelve a tu trabajo de
siempre. Recuérdame en tus oraciones y no olvides nunca que eres, ante todo,
hijo de Dios y de san Francisco. Haz cuando te pidan, porque no tiene sentido
alejarse de tus seres queridos si no te da alegría de haber encontrado el verdadero
camino de la vida...”. Y así comenzó tu vida como religioso.
•
Intercede ante el Señor para que la Iglesia tenga almas generosas, capaces de
dejarlo todo para seguir a Cristo. Lo pedimos también nosotros al Dador de todo
bien, por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
•
Intenciones:
-
Para que todos los sacerdotes se sepan y sean testigos de la fe en medio de los
hombres, Roguemos al Señor.
-
Para que todos los sacerdotes se mantengan en comunión con el Papa y con los
Obispos, Roguemos al Señor.
-
Para que en todo momento ofrezcamos nuestro testimonio de vida fraterna y
profética, Roguemos al Señor.
18 DE SEPTIEMBRE
- V DÍA
•
Oh santo padre Pío, tu vida fue sencilla y nada fácil. Fuiste probado con
sufrimientos y tentaciones, y el dolor hizo de tu corazón un sarmiento podado.
Evitaste siempre que tu sufrimiento apareciese al exterior y preferiste sufrir
y permanecer en silencio. No te importaba verte herido porque sabías que era
Dios el que te hería. Sabías bien que aceptar el sufrimiento no significaba ni
complacerte en él ni amarlo en sí mismo, sino, más bien, aceptarlo para que él
te hiciera humilde, del mismo modo que la tierra deja que el agua del cielo
penetre hasta dentro. Así actuaste tú, Padre Pío, y fuiste capaz de ocultar tus
sufrimientos con las rosas de la aceptación serena.
•
Enséñanos la actitud auténtica del cristiano ante el dolor, y ayúdanos a
dejarle que realice su acción purificadora y misionera. Lo pedimos también
nosotros al Dador de todo bien, por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
•
Intenciones:
-
Para que sepamos dar al sufrimiento el sentido cristiano que tiene, Roguemos al
Señor.
-
Para que sepamos aceptar con espíritu de fe nuestras enfermedades y las de
nuestros hermanos, Roguemos al Señor.
-
Para que sepamos ver el sufrimiento como medio de purificación y de apostolado,
Roguemos al Señor.
19 DE SEPTIEMBRE
- VI DÍA
•
Oh santo Padre Pío, desde niño te ofreciste como víctima por los demás. Dios
aceptó tu deseo y allí, en San Giovanni Rotondo, te transformó en “otro Cristo”
sufriente. Tú nos has hablado de tus luchas interiores:
“¿Quién
llegará a comprender el martirio que sufría en mi interior? El solo recuerdo de
aquellas luchas íntimas me congela la sangre en las venas. Escuchaba la voz que
me llamaba a obedecerte, Dios mío, pero tus enemigos me tiranizaban, me
dislocaban los huesos y me retorcían las entrañas...”. Un día aparecieron en tu
cuerpo las llagas. Habías deseado ser víctima por todos, por aquellos que se
encomendaban a ti y por los que no lo hacían, por los justos y por los
pecadores. Al licenciarte del servicio militar, que te permitió conocer tanto
mal, te ofreciste por la Iglesia y pediste a Dios que descargara sobre ti su
justicia y una misión propiciatoria: quisiste cargar sobre ti el castigo de
todos los pecados de los demás.
•
Alcánzanos de Dios la gracia de aceptar los sufrimientos y hacer de ellos una
ofrenda de amor. La pedimos también nosotros al Dador de todo bien, por
Jesucristo nuestro Señor. Amén.
•
Intenciones:
-
Para que el sufrimiento nos lleve a la unión con Cristo, Roguemos al Señor.
-
Para que nos conceda comprender la fuerza trasformadora del dolor aceptado,
Roguemos al Señor.
-
Para que nos enseñe a aceptar y a ofrecer los sufrimientos, Roguemos al Señor.
20 DE SEPTIEMBRE
- VII DÍA
•
Oh Santo Padre Pío, hombre de fe y de oración las multitudes de ayer y de hoy
van a ti; ¿por qué? Ellas ven en ti un hombre de Dios, un hombre de fe, un
hombre hecho oración, un hombre de sufrimiento, un crucificado sin cruz...; y
permanecen mudos al contemplar tu trascurrir de horas y horas en el coro, ante la
cruz y a los pies de Nuestra Señora de las Gracias. Un día te preguntaron qué
eras tú para todos aquellos que venían a ti, y tú dijiste de ti mismo: “Entre
vosotros soy un ser humano, en el altar una víctima, en el confesonario un
juez”. Tu misa era algo maravillosos. La gente se agolpaba en torno al altar y,
viéndote trasfigurado por el amor y por el dolor, creía y oraba. En la
intensidad del fervor, todo proclamaba que vivías la pasión de Cristo y que te
inmolabas con Él. El Papa Pablo VI lo reconoció con estas palabras: “¡Mirad qué
fama y qué clientela mundial ha reunido en torno a sí! ¿Por qué? Porque
celebraba la Misa humildemente, confesaba de la mañana a la noche y era un
hombre de oración”.
•
Queridísimo Padre Pío, intercede por nosotros ante el Señor para que vivamos
nuestra fe como la viviste tú, hagamos de la Misa la fuente y la meta de
nuestro fervor, y nuestra vida transcurra en una constante y viva comunión con
Él. Se lo pedimos también nosotros, por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
• Intenciones:
-
Para que la Misa y la Eucaristía sean fuente y meta de nuestra fe, Roguemos al
Señor.
-
Para que, siguiendo el ejemplo del Padre Pío, vivamos en comunión permanente
con Dios, Roguemos al Señor.
-
Para que aceptemos con valentía las
adversidades que ponen a prueba nuestra fe, Roguemos al Señor.
21 DE SEPTIEMBRE
- VIII DÍA
•
Oh santo Padre Pío, el dolor es para el cristiano una prueba, una exigencia de
la fe y un mal. Dios te eligió como víctima y tú hiciste de tu vida una
inmolación y una ofrenda de amor. Tú te ofreciste a Dios para que otros tuviesen la Vida.
Cuando pensamos en los otros es cuando comenzamos a ser cristianos. Tu amor te llevaba a hacer presente a Dios entre los hombres, y
proclamaste de este modo tu entrega a
Él: “Tenemos que amar a los demás porque son imagen visible de Dios, y amarlos
como Dios los ama... Si Dios nos ha llenado de dones y nos ha dado la voluntad,
no podemos encerrar todo esto en un baúl y no dejar que dé el el fruto que debe
producir”. Tu amor a Dios y al hombre te llevó a sufrir con los que sufren. Era
imposible eliminar el sufrimiento, pero tú viste que podías aliviarlo y te
sentiste urgido a hacerlo. Fue así como nacieron las grandes iniciativas para
aliviar el sufrimiento.
•
Queremos aprender de ésta tu gran sensibilidad. Que nunca pasemos indiferentes
ante el hermano que sufre. Lo pedimos también nosotros al Dador de todo bien,
por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
• Intenciones:
-
Para que los ancianos y los enfermos reciban de nosotros el afecto que merecen,
Roguemos al Señor.
-
Para que manifestemos con obra de caridad hacia el prójimo el amor que tenemos
a Dios, Roguemos al Señor.
-
Para que sepamos avivar la esperanza en los enfermos y busquemos el bien de los
que sufren, Roguemos al Señor.
22 DE SEPTIEMBRE
- IX DÍA
•
Oh Santo Padre Pío, crucificado sin cruz; tu existencia estuvo marcada por lo
sobrenatural y por lo humanamente inexplicable. Toda tu vida fue una entrega
total a Dios y a los hermanos y, como Cristo, pasaste haciendo el bien. Las
multitudes corrían a ti, a tus Misas, a tu confesonario, a tus bendiciones, a
tus prácticas de devoción de la tarde... y regresaban confortadas y contentas.
Hoy continúas siendo nuestro protector ante Dios; y, cada año, millones de
personas visitan tu tumba para pedir gracias y para agradecer los milagros que
saben han recibido por tu intercesión.
•
Querido Padre Pío, con gran confianza hemos vuelto a ti para pedir tu
intercesión y encontrar apoyo. Ruega por nosotros; alcánzanos de Dios todo lo
que necesitamos. Lo pedimos también nosotros al Dador de todo bien, por
Jesucristo nuestro Señor.
•
Amén.
• Intenciones:
-
Para que seamos siempre testigos de la fe en medio del mundo, Roguemos al
Señor.
-
Para que pasemos nuestra vida amando a Dios y a
la Iglesia, Roguemos al Señor.
-
Para que en nuestra sociedad, orgullosa y lanzada a poseer más, seamos testigos
de otros valores, como lo fue el Padre Pío, Roguemos al Señor.
Descargar:
miércoles, 22 de julio de 2015
El cuerpo incorrupto del Padre Pío se expondrá en Roma
El cuerpo incorrupto de San Pío de Pietrelcina, el santo capuchino de los estigmas, será expuesto para ser venerado por los fieles en la Basílica de San Pedro del 8 al 14 de febrero de 2016, en el marco del Jubileo de la Misericordia y por deseo del Papa Francisco, informó el Convento Santuario de San Pío de Pietrelcina.
En una nota difundida en su sitio web, el Convento informó que el Presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, Mons. Rino Fisichella, envió una carta al Arzobispo de Manfredonia-Vieste-San Giovanni Rotondo (Italia), Mons. Michele Castoro, para transmitir el deseo del Pontífice.
“El Santo Padre expresó el vivo deseo de que los restos de San Pío de Pietrelcina sean expuestos en la Basílica de San Pedro el Miércoles de Ceniza del próximo Año Santo Extraordinario, día en el cual serán enviados en todo el mundo los misioneros de la misericordia, a quienes se les confiere el mandato especial de predicar y confesar para que sean signo vivo de cómo el Padre acoge a cuantos están en busca de su perdón”.
En ese sentido, la carta afirma que “la presencia de los restos de San Pío será un signo precioso para todos los misioneros y los sacerdotes, los cuales encontrarán fuerza y sostén para la propia misión en su ejemplo admirable de confesor incansable, acogedor y paciente, auténtico testimonio de la Misericordia del Padre”.
Asimismo, se informó que el sábado 13 de febrero el Santo Padre recibirá en audiencia privada a los hijos espirituales de San Pío de Pietrelcina, provenientes de todo el mundo.
San Pío de Pietrelcina
El santo capuchino nació en Pietrelcina, Benevento (Italia), el 25 de mayo de 1887 en una familia humilde. Fue bautizado, hizo su Primera Comunión y Confirmación en la Iglesia Santa María de los Ángeles. También en esta misma Iglesia fue donde a los cinco años se le apareció el Sagrado Corazón de Jesús. Más adelante empieza a tener apariciones de la Virgen María que durarían por el resto de su vida.
Ingresó a la Orden de los Frailes Menores Capuchinos en Morcone en enero de 1903. El día anterior de entrar al Seminario, Francisco tuvo una visión de Jesús con su Santísima Madre. En esta visión Jesús puso su mano en el hombro de Francisco, dándole coraje y fortaleza para seguir adelante. La Virgen María, por su parte, le habló suave, sutil y maternalmente penetrando en lo más profundo de su alma.
Fue ordenado sacerdote el 10 de agosto de 1910 en la Catedral de Benevento, y en febrero de ese año se estableció en San Giovanni Rotondo, donde permaneció hasta su muerte, el 23 de setiembre de 1968.
Poco después de su ordenación, le volvieron las fiebres y los males que siempre le aquejaron durante sus estudios, y es enviado a su pueblo, Pietrelcina, para que se restableciera de salud. Luego de 8 años de sacerdocio, el 20 de setiembre de 1918, recibe los estigmas de Cristo en sus manos, pies y costado izquierdo; convirtiéndose en el primer sacerdote estigmatizado.
En 1940 ideó la construcción del hospital “Casa del Alivio del Sufrimiento" -el más importante del sur de Italia-, inaugurado en 1956.
El 20 de septiembre de 1968 el Padre Pío cumplió 50 años de haber recibido por primera vez los estigmas. Ese día celebró Misa a la hora acostumbrada. Dos días después falleció murmurando por largas horas "¡Jesús, María!". Al morir desaparecieron los estigmas.
Al funeral asistieron unas cien mil personas. El 16 de junio de 2002 fue canonizado por San Juan Pablo II en la Plaza San Pedro.
domingo, 28 de junio de 2015
Mi misión es la de salvar almas
Una de las famosas anécdotas sobre el Padre Pío es relatada por el padre Pellegrino Funicelli, quien dedicó gran parte de su vida a escribir todo lo que había vivido junto al santo.
Relata que un día, durante una confesión, como el padre Pellegrino no dejaba de hablar de sus actividades, le dijo: “Mi misión es la de salvar almas. Todo lo demás es secundario. Por lo tanto, cuando vienes a confesarte conmigo, no te puedes distraer ni puedes hacer nada que me distraiga de estas intenciones.”
La misión del Padre Pío se realizó sobre todo en el confesionario, en el que, con la ayuda del Espíritu Santo, era capaz de descubrir los secretos que los penitentes escondían de forma consciente o inconsciente y realizar prodigios que los aliviaban de sus problemas y sufrimientos. Esta fue una de las razones que hizo que la figura de San Pío generara creciente interés y entusiasmo por conocerlo. Tanta era la gente que buscaba su ayuda que, con frecuencia, podía permanecer hasta 18 horas seguidas dentro del confesionario.
Su forma peculiar de ejercer este ministerio, era legendaria. Cuando su severidad y exigencia eran cuestionadas, él respondía: “Es verdad, yo a mis penitentes les hago sudar sangre. Pero también pongo sangre mía.”
Los estigmas del Padre Pío
La fama del Padre Pío inició en San Giovanni Rotonda, pequeño pueblo de Italia al que su creciente fama volvió un sitio de peregrinación que es visitado por miles de gentes hasta nuestros días. Muchas fueron las razones que impulsaron a los fieles a buscar su ayuda, pero sin duda una de las más sorprendentes fueron los estigmas, heridas en manos, pies, costado y hombro, semejantes a las de Cristo en su pasión. Miles de testimonios refieren que éstos olían a rosas y también el sufrimiento que el santo soportaba con gran humildad y mucho sentido del humor. Pietro Cuino, hermano espiritual de Padre Pío, refiere la siguiente anécdota:
“Una vez tuve la desfachatez de preguntarle a Padre Pío: ‘Pero Padre, San Francisco, cuando tuvo los estigmas, y todos esos santos que fueron estigmatizados, ¿sintieron el dolor de la crucifixión en el momento que les fueron taladrados los pies, las manos y el costado?’
´Sí que lo sintieron’, dijo él.
‘Pero, después que terminó todo ¿ya no sintieron nada?’
‘Ah, sí, ¡por que el Señor nos las da de adorno! Cómo eres tonto. Es una continua pasión, un continuo sufrimiento’.
Muchos médicos y medicinas se emplearon para tratar de curar estas llagas, sin éxito, pero éstas expresaban la espiritualidad del santo, quien rezaba de forma constante esta oración:
“Pido vivir muriendo, para que de la muerte nazca la vida que no muere, y la muerte ayude a la Vida a resucitar a los muertos.”
Te invitamos a conocer más sobre el carisma y la espiritualidad del Padre Pío en uno de los Grupos de Oración que él ayudo a fundar, mismos que a la fecha de su muerte en 1968 eran ya 726, y que hoy cuentan con miles de miembros en todo el mundo.
domingo, 14 de junio de 2015
Canonización del P. Pío: HOMILÍA DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
CANONIZACIÓN DEL BEATO PÍO DE PIETRELCINA
HOMILÍA DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
Plaza de San Pedro, domingo 16 de junio de 2002
Plaza de San Pedro, domingo 16 de junio de 2002
1. "Mi yugo es suave y mi carga ligera" (Mt 11, 30).
Las palabras de Jesús a los discípulos que acabamos de escuchar nos ayudan a comprender el mensaje más importante de esta solemne celebración. En efecto, en cierto sentido, podemos considerarlas como una magnífica síntesis de toda la existencia del padre Pío de Pietrelcina, hoy proclamado santo.
La imagen evangélica del "yugo" evoca las numerosas pruebas que el humilde capuchino de San Giovanni Rotondo tuvo que afrontar. Hoy contemplamos en él cuán suave es el "yugo" de Cristo y cuán ligera es realmente su carga cuando se lleva con amor fiel. La vida y la misión del padre Pío testimonian que las dificultades y los dolores, si se aceptan por amor, se transforman en un camino privilegiado de santidad, que se abre a perspectivas de un bien mayor, que sólo el Señor conoce.
2. "En cuanto a mí, Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo" (Ga 6, 14).
¿No es precisamente el "gloriarse de la cruz" lo que más resplandece en el padre Pío? ¡Cuán actual es la espiritualidad de la cruz que vivió el humilde capuchino de Pietrelcina! Nuestro tiempo necesita redescubrir su valor para abrir el corazón a la esperanza.
En toda su existencia buscó una identificación cada vez mayor con Cristo crucificado, pues tenía una conciencia muy clara de haber sido llamado a colaborar de modo peculiar en la obra de la redención. Sin esta referencia constante a la cruz no se comprende su santidad.
En el plan de Dios, la cruz constituye el verdadero instrumento de salvación para toda la humanidad y el camino propuesto explícitamente por el Señor a cuantos quieren seguirlo (cf. Mc 16, 24). Lo comprendió muy bien el santo fraile del Gargano, el cual, en la fiesta de la Asunción de 1914, escribió: "Para alcanzar nuestro fin último es necesario seguir al divino Guía, que quiere conducir al alma elegida sólo a través del camino recorrido por él, es decir, por el de la abnegación y el de la cruz" (Epistolario II, p. 155).
3. "Yo soy el Señor, que hago misericordia" (Jr 9, 23).
El padre Pío fue generoso dispensador de la misericordia divina, poniéndose a disposición de todos a través de la acogida, de la dirección espiritual y especialmente de la administración del sacramento de la penitencia. También yo, durante mi juventud, tuve el privilegio de aprovechar su disponibilidad hacia los penitentes. El ministerio del confesonario, que constituye uno de los rasgos distintivos de su apostolado, atraía a multitudes innumerables de fieles al convento de San Giovanni Rotondo. Aunque aquel singular confesor trataba a los peregrinos con aparente dureza, estos, tomando conciencia de la gravedad del pecado y sinceramente arrepentidos, volvían casi siempre para recibir el abrazo pacificador del perdón sacramental.
Ojalá que su ejemplo anime a los sacerdotes a desempeñar con alegría y asiduidad este ministerio, tan importante también hoy, como reafirmé en la Carta a los sacerdotes con ocasión del pasado Jueves santo.
4. "Tú, Señor, eres mi único bien".
Así hemos cantado en el Salmo responsorial. Con estas palabras el nuevo santo nos invita a poner a Dios por encima de todas las cosas, a considerarlo nuestro único y sumo bien.
En efecto, la razón última de la eficacia apostólica del padre Pío, la raíz profunda de tan gran fecundidad espiritual se encuentra en la íntima y constante unión con Dios, de la que eran elocuentes testimonios las largas horas pasadas en oración y en el confesonario. Solía repetir: "Soy un pobre fraile que ora", convencido de que "la oración es la mejor arma que tenemos, una llave que abre el Corazón de Dios". Esta característica fundamental de su espiritualidad continúa en los "Grupos de oración" fundados por él, que ofrecen a la Iglesia y a la sociedad la formidable contribución de una oración incesante y confiada. Además de la oración, el padre Pío realizaba una intensa actividad caritativa, de la que es extraordinaria expresión la "Casa de alivio del sufrimiento". Oración y caridad: he aquí una síntesis muy concreta de la enseñanza del padre Pío, que hoy se vuelve a proponer a todos.
5. "Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque (...) has revelado estas cosas a los pequeños" (Mt 11, 25).
¡Cuán apropiadas resultan estas palabras de Jesús, cuando te las aplicamos a ti, humilde y amado padre Pío!
Enséñanos también a nosotros, te lo pedimos, la humildad de corazón, para ser considerados entre los pequeños del Evangelio, a los que el Padre prometió revelar los misterios de su Reino.
Ayúdanos a orar sin cansarnos jamás, con la certeza de que Dios conoce lo que necesitamos, antes de que se lo pidamos.
Alcánzanos una mirada de fe capaz de reconocer prontamente en los pobres y en los que sufren el rostro mismo de Jesús.
Sostennos en la hora de la lucha y de la prueba y, si caemos, haz que experimentemos la alegría del sacramento del perdón.
Transmítenos tu tierna devoción a María, Madre de Jesús y Madre nuestra.
Acompáñanos en la peregrinación terrena hacia la patria feliz, a donde esperamos llegar también nosotros para contemplar eternamente la gloria del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Las palabras de Jesús a los discípulos que acabamos de escuchar nos ayudan a comprender el mensaje más importante de esta solemne celebración. En efecto, en cierto sentido, podemos considerarlas como una magnífica síntesis de toda la existencia del padre Pío de Pietrelcina, hoy proclamado santo.
La imagen evangélica del "yugo" evoca las numerosas pruebas que el humilde capuchino de San Giovanni Rotondo tuvo que afrontar. Hoy contemplamos en él cuán suave es el "yugo" de Cristo y cuán ligera es realmente su carga cuando se lleva con amor fiel. La vida y la misión del padre Pío testimonian que las dificultades y los dolores, si se aceptan por amor, se transforman en un camino privilegiado de santidad, que se abre a perspectivas de un bien mayor, que sólo el Señor conoce.
2. "En cuanto a mí, Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo" (Ga 6, 14).
¿No es precisamente el "gloriarse de la cruz" lo que más resplandece en el padre Pío? ¡Cuán actual es la espiritualidad de la cruz que vivió el humilde capuchino de Pietrelcina! Nuestro tiempo necesita redescubrir su valor para abrir el corazón a la esperanza.
En toda su existencia buscó una identificación cada vez mayor con Cristo crucificado, pues tenía una conciencia muy clara de haber sido llamado a colaborar de modo peculiar en la obra de la redención. Sin esta referencia constante a la cruz no se comprende su santidad.
En el plan de Dios, la cruz constituye el verdadero instrumento de salvación para toda la humanidad y el camino propuesto explícitamente por el Señor a cuantos quieren seguirlo (cf. Mc 16, 24). Lo comprendió muy bien el santo fraile del Gargano, el cual, en la fiesta de la Asunción de 1914, escribió: "Para alcanzar nuestro fin último es necesario seguir al divino Guía, que quiere conducir al alma elegida sólo a través del camino recorrido por él, es decir, por el de la abnegación y el de la cruz" (Epistolario II, p. 155).
3. "Yo soy el Señor, que hago misericordia" (Jr 9, 23).
El padre Pío fue generoso dispensador de la misericordia divina, poniéndose a disposición de todos a través de la acogida, de la dirección espiritual y especialmente de la administración del sacramento de la penitencia. También yo, durante mi juventud, tuve el privilegio de aprovechar su disponibilidad hacia los penitentes. El ministerio del confesonario, que constituye uno de los rasgos distintivos de su apostolado, atraía a multitudes innumerables de fieles al convento de San Giovanni Rotondo. Aunque aquel singular confesor trataba a los peregrinos con aparente dureza, estos, tomando conciencia de la gravedad del pecado y sinceramente arrepentidos, volvían casi siempre para recibir el abrazo pacificador del perdón sacramental.
Ojalá que su ejemplo anime a los sacerdotes a desempeñar con alegría y asiduidad este ministerio, tan importante también hoy, como reafirmé en la Carta a los sacerdotes con ocasión del pasado Jueves santo.
4. "Tú, Señor, eres mi único bien".
Así hemos cantado en el Salmo responsorial. Con estas palabras el nuevo santo nos invita a poner a Dios por encima de todas las cosas, a considerarlo nuestro único y sumo bien.
En efecto, la razón última de la eficacia apostólica del padre Pío, la raíz profunda de tan gran fecundidad espiritual se encuentra en la íntima y constante unión con Dios, de la que eran elocuentes testimonios las largas horas pasadas en oración y en el confesonario. Solía repetir: "Soy un pobre fraile que ora", convencido de que "la oración es la mejor arma que tenemos, una llave que abre el Corazón de Dios". Esta característica fundamental de su espiritualidad continúa en los "Grupos de oración" fundados por él, que ofrecen a la Iglesia y a la sociedad la formidable contribución de una oración incesante y confiada. Además de la oración, el padre Pío realizaba una intensa actividad caritativa, de la que es extraordinaria expresión la "Casa de alivio del sufrimiento". Oración y caridad: he aquí una síntesis muy concreta de la enseñanza del padre Pío, que hoy se vuelve a proponer a todos.
5. "Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque (...) has revelado estas cosas a los pequeños" (Mt 11, 25).
¡Cuán apropiadas resultan estas palabras de Jesús, cuando te las aplicamos a ti, humilde y amado padre Pío!
Enséñanos también a nosotros, te lo pedimos, la humildad de corazón, para ser considerados entre los pequeños del Evangelio, a los que el Padre prometió revelar los misterios de su Reino.
Ayúdanos a orar sin cansarnos jamás, con la certeza de que Dios conoce lo que necesitamos, antes de que se lo pidamos.
Alcánzanos una mirada de fe capaz de reconocer prontamente en los pobres y en los que sufren el rostro mismo de Jesús.
Sostennos en la hora de la lucha y de la prueba y, si caemos, haz que experimentemos la alegría del sacramento del perdón.
Transmítenos tu tierna devoción a María, Madre de Jesús y Madre nuestra.
Acompáñanos en la peregrinación terrena hacia la patria feliz, a donde esperamos llegar también nosotros para contemplar eternamente la gloria del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
viernes, 5 de junio de 2015
Dos capuchinos en el Vaticano: Fr. Pío y Fr. Leopoldo
Ciudad del Vaticano: En el marco del Año de la Misericordia, el próximo 10 de febrero de 2016, miércoles de ceniza, los cuerpos de los santos capuchinos Padre Pío y Leopold Mandic serán expuestos en la basílica de San Pedro. Con esta iniciativa, el papa Francisco quiere subrayar la importancia del ministerio del confesor, ya que los dos religiosos capuchinos sobresalieron por su fama de santos confesores y solían tener colas interminables de fieles ante sus confesionarios.
En el marco del Año de la Misericordia, el próximo 10 de febrero de 2016, miércoles de ceniza, los cuerpos de los santos capuchinos Padre Pío y Leopold Mandic serán expuestos en la basílica de San Pedro. Con esta iniciativa, el papa Francisco quiere subrayar la importancia del ministerio del confesor, ya que los dos religiosos capuchinos sobresalieron por su fama de santos confesores y solían tener colas interminables de fieles ante sus confesionarios.
En el marco del Año de la Misericordia, el próximo 10 de febrero de 2016, miércoles de ceniza, los cuerpos de los santos capuchinos Padre Pío y Leopold Mandic serán expuestos en la basílica de San Pedro. Con esta iniciativa, el papa Francisco quiere subrayar la importancia del ministerio del confesor, ya que los dos religiosos capuchinos sobresalieron por su fama de santos confesores y solían tener colas interminables de fieles ante sus confesionarios.
“Padre Pío, ahora estamos más cerca, yo te bendigo y tú me proteges”, dijo el Santo Padre el año pasado al bendecir la imagen de madera del padre Pío traída a Roma por los frailes capuchinos de San Giovanni Retondo. Como san Juan Pablo II, que le escribió cuando era un joven obispo para pedirle una cura y que lo declaró beato el 2 de mayo de 1999 y canonizó en 16 de junio de 2002, también el papa Francisco está vinculado al Padre Pío por una intensa devoción, que se remonta a la época en que era arzobispo de Buenos Aires.
San Leopold Mandic, asimismo es un conocido santo confesor, fallecido en 1942 en Padua, Italia. Después de su muerte, su fama de santidad se fortaleció por la convicción de que, por su intercesión, fueron obtenidas muchas gracias y milagros. Por esta razón, tanto en la Iglesia san Giovanni Rotondo como en la de los padres capuchinos de Padua hay un flujo ininterrumpido de peregrinos que invocan gracia y conversión. A lo largo de los años, se acumulan relatos de curas inexplicables. El papa Pablo VI lo declaró beato el 2 de mayo de 1976 y san Juan Pablo II lo canonizó en 16 de octubre de 1983.
domingo, 17 de mayo de 2015
miércoles, 4 de febrero de 2015
Padre Pío guía espiritual del laicado
«Pongámonos a trabajar. Remanguémonos. Seamos los primeros en responder a este llamamiento lanzado por el Romano Pontífice». Permanece siempre válido y actual lo que dijo san Pío de Pietrelcina, en 1942, después de haber leído las palabras de Pío XII en «L’Osservatore Romano»: Un llamamiento a todos los cristianos para que se convirtieran en promotores de un fecundo y vigoroso movimiento de oración. Palabras que el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado, repitió y relanzó el sábado 16 de junio, en las celebraciones promovidas en San Giovanni Rotondo a los diez años de la canonización del padre Pío.
En la mañana, el cardenal celebró la misa, llevando el saludo y la bendición de Benedicto XVI, y después encontró a los Grupos de oración, reunidos en su encuentro internacional, para entregarles el nuevo reglamento. Además de la Casa alivio del sufrimiento, visitó el departamento de geriatría reestructurado desde hace poco y saludó a los pequeños internados en oncología pediátrica.
Hablar del padre Pío significa abrazar la cruz y la oración desde una perspectiva de fe que da esperanza a los hombres de hoy, es el mensaje del secretario de Estado a cuantos se esfuerzan en vivir la espiritualidad de «este humilde hijo del sur de Italia convertido en hijo ejemplar de la Iglesia». De hecho «padre Pío —dijo el cardenal en la homilía— volvió a presentar a la humanidad de nuestro tiempo aquella gloria de la cruz que puede volverse signo de esperanza. La cruz es en realidad paso indispensable hacia la vida nueva en Cristo». Además «el conocimiento del amor del Padre es una verdad que escapa a muchos pero es comprendida por los pequeños, que no logran retener este tesoro para sí, sintiéndose llamados a regalarlo a muchos otros». Es precisamente lo que hizo el padre Pío llevando a «Cristo a aquellos que estaban cansados y oprimidos en cuerpo y espíritu».
Al final, el secretario de Estado entregó a los Grupos de oración un nuevo reglamento que integra el estatuto de 1986. «Durante estos años, está en curso en los Grupos de oración y en toda la obra de san Pío —explicó— un impulso de renovación para revitalizar su misión adaptándola a los tiempos que cambian y a las necesidades espirituales de nuestra época».
Adaptándose a las líneas guía de la exhortación apostólica Christifideles laici, el reglamento distingue tres ámbitos en los que la identidad de los Grupos de oración se expresa en seguir la espiritualidad del fundador: oración, familia y sociedad.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)
Lo más leído
-
Oración introductoria para cada día Has venido a visitarme como Padre y como amigo. Jesús no me dejes solo. Señor, ¡quédate conmigo! ...
-
La carta del Padre Pío es de las que quitan el hipo. Datada el 19 de marzo de 1913, festividad de San José, la misiva del santo de los ...
-
Cada cierto tiempo Dios envía a nuestro mundo algunos hombres extraordinarios que hacen de puente entre la tierra y el cielo, y ayudan...
-
«Voy a enviarte un ángel por delante para que te cuide en el camino» (Ex 23,20) El Padre Pío tenía una singular, delicada y resp...
-
Si tienes una urgencia, no lo dudes...¡Funciona! Cada vez que un fiel se acercaba a Padre Pío para pedir ayuda y consejos espirituales ...
Labels
- Artículos (37)
- Beatificación (1)
- Biografía (1)
- Canonización (2)
- Cartas Padre Pío (29)
- Consejos del Padre Pío (1)
- Eventos (11)
- Grupos de Oración del Padre Pío (2)
- Materiales (1)
- Noticias (11)
- Novena a San Pío de Pietrelcina (1)
- Oraciones (8)
- Pascua (1)
- santos capuchinos (1)
- Un santo de nuestro tiempo (2)
- Vida devota del Padre Pío (13)
- Videos (1)