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jueves, 1 de agosto de 2024

Preparación al Perdón de Asís: Celebrando el 2 de Agosto


 El 2 de agosto es una fecha significativa para los fieles católicos, marcada por la celebración del Perdón de Asís. Esta festividad, también conocida como la Indulgencia de la Porciúncula, ofrece a los creyentes una oportunidad especial para recibir una indulgencia plenaria. La historia de este día está profundamente ligada a la figura de San Francisco de Asís y su ferviente deseo de acercar a los fieles al amor y la misericordia de Dios. A continuación, exploramos la vida de San Francisco, el origen de la indulgencia y la importancia del sacramento de la confesión en esta celebración.
 
San Francisco de Asís, nacido Giovanni di Pietro di Bernardone en 1181, es uno de los santos más venerados de la Iglesia Católica. Conocido por su amor incondicional hacia la naturaleza y su profunda devoción a la pobreza y la humildad, San Francisco fundó la Orden de los Hermanos Menores, comúnmente conocidos como franciscanos. Su vida se caracterizó por un compromiso radical con los valores del Evangelio, abrazando a los leprosos, sirviendo a los pobres y predicando la paz y el amor.
 
Uno de los lugares más queridos por San Francisco fue la pequeña capilla de la Porciúncula, situada cerca de Asís. Aquí, en este lugar sencillo y humilde, San Francisco tuvo una visión que cambiaría la vida espiritual de innumerables fieles a lo largo de los siglos.
 
La indulgencia de la Porciúncula, o el Perdón de Asís, tiene sus raíces en una experiencia mística de San Francisco en 1216. Según la tradición, mientras San Francisco rezaba en la capilla, tuvo una visión de Cristo y la Virgen María rodeados de ángeles. En esta visión, Cristo le otorgó a San Francisco el privilegio de pedir cualquier favor. San Francisco, movido por su compasión hacia las almas, pidió que todos los que visitaran la capilla y se confesaran recibieran el perdón completo de sus pecados y la remisión de sus castigos.
 
El Papa Honorio III aprobó esta petición, y desde entonces, la indulgencia de la Porciúncula se ha convertido en una fuente de gracia y renovación espiritual para los fieles. Cada 2 de agosto, los católicos pueden recibir una indulgencia plenaria al visitar una iglesia franciscana o parroquial, confesarse, comulgar y rezar por las intenciones del Papa.
 
La confesión, o el sacramento de la reconciliación, es una parte esencial del Perdón de Asís. Este sacramento ofrece a los fieles la oportunidad de reconciliarse con Dios y con la Iglesia, reconociendo sus pecados y recibiendo el perdón a través del ministerio del sacerdote. La confesión no solo limpia el alma, sino que también proporciona una renovada paz interior y fortaleza espiritual.
 
En el contexto del Perdón de Asís, la confesión adquiere un significado especial. Es un momento para reflexionar sobre nuestras vidas, reconocer nuestras faltas y abrir nuestros corazones al infinito amor y misericordia de Dios. Este acto de humildad y arrepentimiento nos prepara para recibir la indulgencia plenaria, liberándonos de la carga del pecado y acercándonos más a la santidad.
 
 
La celebración del Perdón de Asís el 2 de agosto es una invitación a todos los fieles a experimentar la profunda misericordia de Dios a través de la intercesión de San Francisco de Asís. Este día especial nos recuerda el poder del arrepentimiento y la importancia de la confesión en nuestra vida espiritual. Al acercarnos a la capilla de la Porciúncula, o a cualquier iglesia franciscana, podemos renovar nuestra fe, recibir el perdón y caminar con un corazón más ligero y lleno de amor hacia Dios y nuestros hermanos. Que el espíritu de San Francisco nos inspire a vivir una vida de humildad, paz y caridad, siguiendo sus huellas hacia la santidad.
 
Condiciones para obtener la indulgencia

El Perdón de Asís se puede obtener para uno mismo o por los difuntos. Las condiciones son las prescritas para las indulgencias plenarias.
  1. Visita al Santuario o cualquier iglesia franciscana con la recitación de un Padrenuestro y un Credo.
  2. Confesión sacramental y Santa Comunión.
  3. Rezar según las intenciones del Sumo Pontífice.

jueves, 14 de diciembre de 2023

Tiempo de Gracia, Celebrando los 800 Años de Greccio con San Francisco y el Padre Pío


En este tiempo sagrado de Adviento, nos encontramos en la espera gozosa y expectante del nacimiento del Salvador. Sigamos el ejemplo de nuestro amado San Pío de Pietrelcina, quien, a lo largo de su vida, irradió amor y devoción hacia el Niño Jesús. Con su espíritu humilde y su profundo amor por la Eucaristía, San Pío nos enseña a prepararnos para la Navidad con corazones llenos de esperanza y gratitud.

En este tiempo de preparación, reflexionemos sobre la importancia de la oración en nuestras vidas. San Pío nos recordaba constantemente la necesidad de cultivar una relación íntima con Dios a través de la oración diaria. Al dedicar tiempo a la comunicación con nuestro Señor, abrimos nuestros corazones para recibir las bendiciones divinas y experimentar la presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas.

La penitencia también ocupaba un lugar central en la espiritualidad de San Pío. No se trata simplemente de privarnos de algo, sino de ofrecer nuestros sacrificios y renuncias con amor, unidos a los sufrimientos redentores de Cristo. En esta temporada de Adviento, reflexionemos sobre cómo podemos mejorar nuestra relación con Dios mediante pequeños actos de penitencia, recordando siempre que nuestro esfuerzo es un regalo de amor para el Niño Jesús.

San Pío de Pietrelcina tenía un amor profundo por la Santa Misa y la Eucaristía. Nos exhortaba a participar plenamente en la liturgia, con corazones agradecidos y adoración ferviente. En este Adviento, comprometámonos a asistir a la Santa Misa con una devoción renovada y a recibir a nuestro Salvador en la Eucaristía con reverencia y alegría.

Finalmente, imitemos la caridad y compasión de San Pío hacia los demás, especialmente hacia aquellos que sufren. En este tiempo de preparación para la Navidad, busquemos oportunidades para ser instrumentos de la paz y la alegría de Cristo en el mundo. Que nuestras acciones reflejen el amor de Dios y la verdadera esencia de la Navidad: el regalo divino de Jesús, nuestro Salvador.
Que San Pío de Pietrelcina interceda por cada uno de nosotros, guiándonos en este camino de preparación espiritual para la llegada del Niño Jesús. Que nuestras vidas resplandezcan con la luz del amor divino, y que esta Navidad sea para todos nosotros una experiencia de renovación espiritual y un encuentro más profundo con el misterio del amor encarnado.

Oremos juntos en preparación a la Navidad:

Dios misericordioso y amoroso, Padre de toda bondad,
Te presentamos nuestras humildes oraciones en este momento especial de conmemoración de los 800 años del Misterio de Greccio, aquel momento divino en el que San Francisco de Asís recreó el nacimiento de tu Hijo amado, Jesucristo. Inspirados por su ejemplo y guiados por la espiritualidad del bienaventurado Padre Pío, elevamos nuestros corazones en gratitud y adoración.

Te damos gracias por la vida y el legado de San Francisco, quien, con un corazón rebosante de amor por Ti, buscó seguir los pasos de Jesús de una manera tan tangible y conmovedora. Que su humildad, desprendimiento y amor a toda la creación nos inspiren a todos a vivir más plenamente el mensaje del Evangelio.

En este aniversario de Greccio, te pedimos, Señor, que nos concedas la gracia de experimentar la alegría del primer encuentro con tu Hijo, así como lo vivieron aquellos que estuvieron presentes en la recreación del pesebre. Que podamos abrir nuestros corazones con la misma simplicidad y reverencia, reconociendo la maravilla de tu encarnación y la luz que has traído al mundo.

Te rogamos, también, por la intercesión del Padre Pío, quien en su vida modeló la entrega total a tu voluntad y el amor apasionado por la Eucaristía. Que podamos recibir con gratitud el regalo de tu presencia en la Santa Misa y vivir de acuerdo con la verdad de tu palabra.

Oh Dios, encomendamos a tu misericordia a todas las almas que han sido tocadas por la espiritualidad de San Francisco y el Padre Pío. Que sus vidas nos guíen hacia una mayor santidad y nos ayuden a vivir más plenamente nuestra vocación como discípulos de tu Hijo.

Bendice, oh Señor, a la Iglesia que celebra estos 800 años de Greccio. Que el espíritu franciscano y la devoción del Padre Pío sigan siendo fuentes de inspiración para todos nosotros, conduciéndonos hacia una vida más profunda en comunión contigo y en servicio a nuestros hermanos.

Te lo pedimos todo en el nombre de Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

miércoles, 1 de noviembre de 2023

Oración al Padre Pío antes de la confesión


Dios misericordioso y compasivo, nos dirigimos a Ti en humildad y arrepentimiento, reconociendo nuestras faltas y buscando la luz de tu perdón divino. En este momento sagrado, nos encomendamos a la intercesión amorosa del bienaventurado Padre Pío, quien experimentó profundamente tu misericordia y compartió su don con el mundo.

Padre Pío, amigo y confidente del Señor, intercede por nosotros mientras nos acercamos al sacramento de la penitencia. Tú, que conociste la realidad del pecado y experimentaste la gracia del perdón, guía nuestros corazones hacia una confesión sincera y humilde. Que, como tú, podamos experimentar la inmensidad de la misericordia divina y renovar nuestro compromiso de vivir según la voluntad de Dios.

Padre Pío, apóstol incansable del sacramento de la reconciliación, ruega por nosotros ante el trono de la gracia. Que, al confesar nuestras faltas, podamos experimentar la paz que solo viene de la reconciliación contigo y con nuestro amado Señor Jesucristo. Fortalece nuestra determinación de alejarnos del pecado y de abrazar la vida de santidad que Dios nos llama a vivir.

Oh Padre Pío, que experimentaste las llagas de Cristo en tu propio cuerpo, ayúdanos a comprender el valor redentor del sufrimiento y a aceptar con paciencia las consecuencias de nuestros errores. Que, a través de la penitencia y el perdón, podamos avanzar en el camino de la santidad y crecer en amor hacia Dios y hacia nuestros hermanos.

Te pedimos, Padre Pío, que nos acompañes en este momento de encuentro con la gracia divina. Que nuestras confesiones sean un acto sincero de arrepentimiento y que el perdón que recibimos nos renueve en el amor de Dios. Que tu ejemplo y tu intercesión nos guíen siempre hacia la luz de la reconciliación y la paz.

lunes, 12 de junio de 2023

La devoción del Padre Pío a San Antonio: Un vínculo espiritual profundo


La devoción a los santos es una parte fundamental de la fe católica, y a lo largo de la historia, muchos santos han sido honrados y venerados por sus dones espirituales y su intercesión. Uno de los vínculos espirituales más profundos y significativos en la vida del Padre Pío fue su devoción a San Antonio de Padua. A través de esta relación especial, el Padre Pío encontró consuelo, ayuda y guía espiritual. En este artículo, exploraremos la devoción del Padre Pío a San Antonio y cómo esta conexión influyó en su vida y ministerio.

 
El Padre Pío, un santo franciscano capuchino del siglo XX, tenía una profunda conexión con San Antonio de Padua, un santo italiano del siglo XIII. Desde su temprana infancia, el Padre Pío mostró una gran devoción a San Antonio y encontró en él un intercesor y protector en sus necesidades espirituales y físicas.
 
El Padre Pío tenía una estrecha relación con la Virgen María, y San Antonio era conocido por su amor y devoción a la Madre de Dios. Esta conexión común entre ambos santos fortaleció el vínculo entre el Padre Pío y San Antonio. El Padre Pío encontró consuelo y aliento en la intercesión de San Antonio en sus momentos de dificultad y desafío.
 
San Antonio también era reconocido por su habilidad para encontrar objetos perdidos. El Padre Pío solía recomendar a aquellos que buscaban objetos perdidos que rezaran a San Antonio, y él mismo recurría a la intercesión de San Antonio cuando perdía algo importante. Muchas veces, el objeto perdido era encontrado de manera sorprendente y rápida, lo que fortalecía la fe y la devoción del Padre Pío a San Antonio.
 
La devoción del Padre Pío a San Antonio se manifestaba también en la recomendación constante de este santo a los fieles como un poderoso intercesor en sus necesidades. El Padre Pío animaba a todos a recurrir a San Antonio en momentos de angustia, enfermedad, dificultades económicas y cualquier otra necesidad. Él mismo experimentó los efectos consoladores y milagrosos de la intercesión de San Antonio en su vida y deseaba compartir esta gracia con los demás.
 
El Padre Pío dejó un legado duradero de devoción a San Antonio. A través de su ministerio y su ejemplo, inspiró a innumerables personas a buscar la intercesión de San Antonio y a confiar en su poderosa ayuda. Muchos testimonios de sanaciones, conversiones y milagros han sido atribuidos a la intercesión conjunta del Padre Pío y San Antonio.
 
La devoción del Padre Pío a San Antonio también destaca la importancia de la comunidad de los santos en la fe católica. El hecho de que un santo tan venerado como el Padre Pío encontrara consuelo y guía en otro santo muestra la comunión y la interconexión de los seguidores de Dios a lo largo de los siglos. Esta devoción nos recuerda que no estamos solos en nuestro camino espiritual, sino que contamos con el apoyo y la intercesión de los santos, quienes nos guían y nos fortalecen en nuestra relación con Dios.
 
La devoción del Padre Pío a San Antonio también nos enseña sobre la importancia de la humildad y la confianza en la providencia divina. A pesar de su fama y de los numerosos dones espirituales que recibió, el Padre Pío reconocía que su poder y su capacidad para ayudar a otros provenían de Dios. Al encomendar sus necesidades y preocupaciones a la intercesión de San Antonio, demostraba una profunda humildad y una confianza plena en la voluntad de Dios.
 
Además, la devoción del Padre Pío a San Antonio nos invita a reflexionar sobre la importancia de la oración y la intercesión en nuestra vida diaria. El Padre Pío encontraba consuelo y ayuda en la oración a San Antonio, reconociendo que los santos están cerca de nosotros y que están dispuestos a interceder por nuestras necesidades ante Dios. Esta devoción nos anima a cultivar una vida de oración constante y a confiar en la intercesión de los santos, sabiendo que nuestras peticiones son escuchadas por Dios a través de ellos.
 
La devoción del Padre Pío a San Antonio de Padua es un testimonio poderoso de la relación profunda y significativa que se puede desarrollar entre los santos. A través de esta devoción, el Padre Pío encontró consuelo, guía y ayuda espiritual en momentos de dificultad. Su legado nos invita a seguir su ejemplo, confiando en la intercesión de los santos y cultivando una relación viva con ellos. Que la devoción del Padre Pío a San Antonio nos inspire a profundizar nuestra fe y a buscar la ayuda de los santos en nuestra jornada espiritual.

domingo, 11 de junio de 2023

La Devoción del Padre Pío al Sagrado Corazón: Un Llamado a la Entrega y la Misericordia


La vida del Padre Pío de Pietrelcina estuvo marcada por una profunda devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Como sacerdote capuchino y estigmatizado, experimentó en su propia carne el sufrimiento de Cristo y se convirtió en un ejemplo vivo del amor y la misericordia divina. A lo largo de su vida, el Padre Pío nos invitó a acercarnos al Sagrado Corazón de Jesús, encontrando en él consuelo, sanación y redención. En este artículo, exploraremos la devoción del Padre Pío y cómo podemos aprender de su ejemplo para vivir una vida centrada en el amor y la misericordia de Dios.

1. El Corazón traspasado de Jesús:
El Sagrado Corazón de Jesús representa el amor incondicional de nuestro Señor hacia la humanidad. El Padre Pío entendió profundamente el significado de esta devoción y vio en el Corazón traspasado de Jesús una fuente inagotable de amor y misericordia. A través de su entrega total al Sagrado Corazón, el Padre Pío se convirtió en un instrumento de la gracia divina, guiando a otros hacia el amor redentor de Cristo.

2. La unión con el sufrimiento de Cristo:
El Padre Pío compartió en los sufrimientos de Cristo a través de los estigmas que llevó en su cuerpo durante más de cincuenta años. Estas heridas sagradas le permitieron identificarse plenamente con la pasión de Jesús y ofrecer su vida como víctima expiatoria por la salvación de las almas. A través de su unión con el sufrimiento de Cristo, el Padre Pío nos enseñó la importancia de abrazar nuestras propias cruces y encontrar en ellas la redención y la esperanza.

3. La oración y la adoración:
La devoción del Padre Pío al Sagrado Corazón de Jesús se manifestó en su vida de oración y adoración. Pasaba largas horas en intimidad con Dios, buscando su voluntad y sumergiéndose en su amor misericordioso. El Padre Pío nos recordó la importancia de la oración perseverante y la adoración ferviente como medio para crecer en nuestra relación con Cristo y experimentar su presencia real en nuestras vidas.

4. La penitencia y la reconciliación:
El Padre Pío fue un apasionado defensor del sacramento de la reconciliación, dedicando gran parte de su ministerio al servicio del confesionario. Animó a las personas a reconocer sus pecados, arrepentirse sinceramente y buscar el perdón en la misericordia de Dios. A través de su ejemplo, nos enseñó que la penitencia y la reconciliación nos abren las puertas a la gracia y nos permiten experimentar la liberación y la renovación en el Corazón de Jesús.

5. El llamado a la santidad:
El Padre Pío nos insta a vivir una vida de santidad y entrega total a Dios. Él mismo fue un ejemplo vivo de esto, buscando constantemente la voluntad de Dios y esforzándose por vivir en conformidad con ella. El Padre Pío nos enseñó que la devoción al Sagrado Corazón de Jesús es un camino hacia la santidad, un camino que requiere entrega, sacrificio y amor desinteresado.

En su correspondencia con los fieles, el Padre Pío alentaba a todos a cultivar una profunda relación con el Sagrado Corazón de Jesús. Les instaba a confiar plenamente en su amor y misericordia, a abandonarse en sus brazos con total confianza. En el Sagrado Corazón encontramos consuelo en tiempos de aflicción, fortaleza en momentos de debilidad y paz en medio de las tormentas de la vida.

La devoción del Padre Pío al Sagrado Corazón de Jesús nos invita a abrir nuestros corazones a la gracia transformadora de Dios. Nos llama a vivir una vida de amor y servicio a los demás, imitando el amor incondicional que Jesús nos mostró en la cruz. Nos desafía a ser instrumentos de su misericordia en un mundo necesitado de sanación y redención.

Siguiendo el ejemplo del Padre Pío, podemos cultivar nuestra devoción al Sagrado Corazón de Jesús a través de la oración diaria, la adoración, la penitencia y la entrega total a la voluntad de Dios. Podemos permitir que el amor del Sagrado Corazón nos transforme, nos guíe y nos llene de un profundo sentido de propósito y esperanza.

La devoción del Padre Pío al Sagrado Corazón de Jesús nos muestra el camino hacia una vida de entrega y misericordia. Nos invita a acercarnos al Corazón de Cristo con humildad y confianza, confiando en su amor y permitiendo que nos transforme en sus instrumentos en el mundo. Que el ejemplo y la intercesión del Padre Pío nos inspiren a vivir una vida de profunda devoción al Sagrado Corazón, para que podamos experimentar la plenitud del amor y la misericordia de Dios en nuestras vidas.

miércoles, 21 de diciembre de 2022

Pensamientos sobre la Navidad del P. Pio de Pietrelcina





Hombre lleno del amor de Dios, según los testigos de su proceso de Canonización el Padre Pío vivía con gran devoción todas las fiestas del calendario litúrgico, pero experimentaba especial ternura en la Navidad. He aquí algunos textos suyos sobre el misterio de la Navidad, para nuestra meditación personal.


La ternura de la Navidad
    
      «Todas las fiestas de la Iglesia son hermosas… la Pascua, sí, es la glorificación… pero la Navidad posee una ternura, una dulzura infantil que me atrapa todo el corazón»
    

Lágrimas de gratitud
    
      «¡Qué feliz me hace Jesús! ¡Qué suave es su espíritu! Pero yo me confundo y sólo consigo rezar y repetir: “Jesús, pan mío”»

 
Los vagidos de Jesús
    
 «Sólo se oyen los vagidos y el llanto del niño Dios y con este llanto y estos vagidos ofrece a la justicia divina el primer rescate de nuestra reconciliación …»
    

El más pequeño de nosotros
    
      «Que el Niño Jesús te colme de sus divinos carismas, te haga probar las alegrías de los pastores y de los ángeles y te revista todo con el fuego de esa caridad por la que se hizo el más pequeño de nosotros, y te convierta en un niño pequeño lleno de amabilidad, sencillez y amor»


Dulcísimo Jesús

    
      «Que el dulcísimo Niño Jesús os traiga todas las gracias, todas las bendiciones, todas las sonrisas que plazca a su infinita bondad...»
    

Jesús llama... movidos por su gracia corren
    
      «Jesús llama a los pobres y sencillos pastores por medio de los ángeles para manifestarse a ellos. Llama a los sabios por medio de su misma ciencia. Y todos, movidos por el influjo interior de su gracia, corren hacia él para adorarle. Nos llama a todos con las inspiraciones divinas y se comunica a nosotros con su gracia»
    

La justificación de los pecadores
    
      «Nuestra justificación es un milagro extremadamente grande que la Sagrada Escritura compara con la resurrección del Maestro divino. Sí, querida amiga, la justificación de nuestra impiedad es tal que bien podemos decir que Dios mostró su potencia más en nuestra conversión que en sacar de la nada el cielo y la tierra, pues hay más contraposición entre el pecador y la gracia que entre la nada y el ser. La nada está menos lejos de Dios que el pecador. Además, en la creación se trata del orden natural; en la justificación del impío, en cambio, se trata del orden sobrenatural y divino» 
    

Jesús es con mayor razón para los pecadores
    
      «Jesús es de todos, pero lo es con mayor razón para los pecadores. Nos lo dice él mismo: “No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores”. “No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos”. “El Hijo del hombre ha venido a salvar lo que estaba perdido”. “Habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no tengan necesidad de conversión”»

    
... lo hace para que seas más humilde
    
      «Nuestro Señor te ama tiernamente, hija mía. Y si no te hace sentir la dulzura de su amor, lo hace para que seas más humilde y te sientas despreciable. No dejes por ello de recurrir a su santa benignidad con toda confianza, especialmente en el tiempo en el que nos lo representamos como cuando era un niño pequeño en Belén. Porque, hija mía, ¿para qué toma esta dulce, amable condición de niño si no es para provocarnos a amarlo confidentemente y a entregarnos amorosamente a él?»
    

Pidamos que nos revista de humildad
    
      «Pidamos al Niño divino que nos revista de humildad, porque sólo con esta virtud podemos gustar este misterio relleno de divinas ternuras»

viernes, 9 de septiembre de 2022

PADRE PÍO Y LAS ALMAS DEL PURGATORIO

 

Padre Pío tuvo muchas experiencias místicas a lo largo de su vida y desde niño comenzó a tener apariciones. Veía a su ángel de la guarda, hablaba con él y pensaba que los demás niños también podían verlo. Para él era su compañero fiel. También se le aparecía la Virgen María, San José, el niño Jesús, y hasta el mismísimo diablo. Sin embargo, fueron las almas del purgatorio las que recurrían a él con frecuencia para pedirle auxilio.

Gerardo De Caro, hijo espiritual de Padre Pío y diputado del Parlamento italiano, conoció al fraile estigmatizado en 1943 y tuvo largas conversaciones con él. Hombre de cultura, de fe, de oración, honesto y coherente, escribió sobre el fraile capuchino: “Padre Pío tenía un conocimiento exacto del estado de un alma después de su muerte, incluyendo la duración del dolor hasta que llegaba a la purificación total”. Padre Pío sabía cuánto sufría un alma en el purgatorio y por eso inculcaba a sus hijos espirituales el amor por estas almas.

Una noche de invierno, Padre Pío estaba junto a la chimenea rezando, absorto en la oración, y de repente vio a un hombre anciano sentado a su lado, ataviado con una capa antigua y rota. Se quedó pensando por dónde habría entrado ese hombre, ya que todas las puertas del convento estaban cerradas a esa hora. Entonces, le preguntó:
– “¿Quién eres?, ¿qué quieres?”
– “Padre, soy Pietro Di Mauro, hijo de Nicolás, apodado `precoco´. Morí en este convento el 18 de septiembre de 1908, en la celda número 4. En aquel entonces esto era un asilo para personas pobres. 

Una noche, mientras estaba en la cama, me quedé dormido con un cigarro encendido. El colchón ardió y yo me asfixié y me quemé. Todavía estoy en el purgatorio y necesito una Santa Misa para poder salir de aquí. Dios ha permitido que venga a pedirle ayuda.”
Padre Pío, entonces, consoló a esta alma haciéndole saber que celebraría la Misa por su liberación al día siguiente. Y así lo hizo.

A los pocos días contó esta historia al padre Paulino y los dos decidieron comprobar si este hombre había existido realmente en la ciudad. Efectivamente, las estadísticas del pueblo recogían la historia de un hombre muerto por asfixia en un incendio, producido en el asilo para pobres que estaba donde ahora se encontraba el convento de San Giovanni Rotondo.

En otra ocasión, Padre Pío se encontraba en el coro de la iglesia rezando y empezó a oír unos sonidos extraños. Escuchó pasos, y parecía que había alguien limpiando los candelabros de la iglesia y moviendo los jarrones del altar. Entonces gritó: “¿Quién anda ahí?”, pero nadie contestó. Volvió de nuevo a la oración, y a los pocos minutos oyó otra vez el ruido. Entonces se acercó al altar y se encontró con un fraile desempolvando los objetos que allí estaban. Pensó que quizá era el padre Leone y le dijo: “Padre Leone, es hora de cenar, no de limpiar el altar”.
– “Yo no soy el padre Leone, le contestó el fraile”
–  “Entonces, ¿quién eres?, le preguntó Padre Pío.
–  “Soy un fraile que hizo el noviciado aquí, y durante ese año mi misión era limpiar el altar y ordenarlo todo en este lugar. En todo ese noviciado no reverencié a Jesús Sacramentado como debería haberlo hecho, mientras pasaba por delante del altar. Por ese serio descuido todavía estoy en el purgatorio. Ahora, Dios me ha enviado aquí para que usted decida el tiempo que aún debo permanecer en este lugar”.

Padre Pío, que quiso ser generoso con esa alma, le contestó: “mañana por la mañana, cuando celebre la Santa Misa, estarás en el Paraíso”. El alma de ese fraile desapareció llorando.
Padre Pío, después de unos minutos, lloró también. “Qué cruel he sido -pensó-, podría haber enviado a esta alma al Paraíso esta misma noche, sin embargo, la he condenado a vivir en el purgatorio una noche más”.

Los espíritus difuntos iban a San Giovanni Rotondo a pedir ayuda al Padre Pío, entonces él rezaba por ellos, ofrecía misas e incluso su propio sufrimiento para que estas almas quedaran liberadas del purgatorio. Más tarde, regresaban agradecidas avisándole de que ya se encontraban en el Paraíso.
Un hermano de fraternidad de Padre Pío contó en cierta ocasión la siguiente anécdota: “Estábamos todos en el comedor cuando el Padre Pío se dirigió a la puerta del convento, la abrió y comenzó a tener una conversación. Los dos hermanos que le acompañaron no vieron a nadie. Al volver al comedor, Padre Pío explicó: `No se preocupen, estaba hablando con algunas almas en su camino del purgatorio al Paraíso, han venido a agradecerme que les recordara hoy en la misa´”.

En otra ocasión, alguien le preguntó a Padre Pío si sufría como las almas del purgatorio. Él respondió: “Sí, las almas del purgatorio no sufren más que yo. Estoy seguro de que no me equivoco en esto”.
Padre Pío tenía una familiaridad especial con estas almas, era tal el conocimiento que tenía de ellas que incluso la gente del pueblo, cuando enterraban a un ser querido, iban a preguntarle al Padre Pío si este difunto estaba en el Paraíso o en el purgatorio.
Un día, una mujer fue al confesionario y le preguntó a Padre Pío por su difunta hermana. Él no le contestó. Tres semanas después volvió, y el fraile le dijo: “Tu hermana ya está en el cielo”.
Algo semejante le sucedió a Cleonice Morcaldi, que era hija espiritual de Padre Pío, cuando falleció su madre.

Cuenta la propia Cleonice: “El 2 de abril de 1937 mi pobre madre, después de tres días de parálisis intestinal, murió dejándome sola […] Un mes después, aproximadamente, el 4 de mayo, el Padre, contento, me dijo después de la confesión: `Eh!, escucha, esta mañana, durante la Misa, tu madre ha volado al Paraíso´. La alegría de saber que mi madre estaba en el cielo calmó el dolor de su ausencia”.
.En 1922, el obispo Alberto Costa preguntó a Padre Pío si alguna vez había visto a un alma en el purgatorio. Padre Pío le respondió: “He visto tantas que ya ni me asustan”. Sin embargo, a los que sí asustaban eran a los hermanos de fraternidad de Padre Pío.

Una noche de 1945, Fray Pedro entró a su celda para descansar y al mirar vio a un joven fraile sentado en su escritorio con la cabeza baja, como si estuviera meditando. Le preguntó quién era y el fraile desapareció. Fray Pedro, aterrorizado, fue a contárselo a Padre Pío. Éste le acompañó de nuevo a su celda contándole: “Ese muchacho es un joven fraile principiante que está cumpliendo su purgatorio en esta celda, pero no se preocupe que no le molestará más ni lo volverá a ver de nuevo”.“Más almas de los muertos del purgatorio que de los vivos suben estas montañas cada día para asistir a mis misas y buscar mis oraciones”, sentenció Padre Pío en cierta ocasión.


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