La devoción a los santos es una parte fundamental de la fe católica, y a lo largo de la historia, muchos santos han sido honrados y venerados por sus dones espirituales y su intercesión. Uno de los vínculos espirituales más profundos y significativos en la vida del Padre Pío fue su devoción a San Antonio de Padua. A través de esta relación especial, el Padre Pío encontró consuelo, ayuda y guía espiritual. En este artículo, exploraremos la devoción del Padre Pío a San Antonio y cómo esta conexión influyó en su vida y ministerio.
lunes, 12 de junio de 2023
La devoción del Padre Pío a San Antonio: Un vínculo espiritual profundo
La devoción a los santos es una parte fundamental de la fe católica, y a lo largo de la historia, muchos santos han sido honrados y venerados por sus dones espirituales y su intercesión. Uno de los vínculos espirituales más profundos y significativos en la vida del Padre Pío fue su devoción a San Antonio de Padua. A través de esta relación especial, el Padre Pío encontró consuelo, ayuda y guía espiritual. En este artículo, exploraremos la devoción del Padre Pío a San Antonio y cómo esta conexión influyó en su vida y ministerio.
domingo, 11 de junio de 2023
La Devoción del Padre Pío al Sagrado Corazón: Un Llamado a la Entrega y la Misericordia
La vida del Padre Pío de Pietrelcina estuvo marcada por una profunda devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Como sacerdote capuchino y estigmatizado, experimentó en su propia carne el sufrimiento de Cristo y se convirtió en un ejemplo vivo del amor y la misericordia divina. A lo largo de su vida, el Padre Pío nos invitó a acercarnos al Sagrado Corazón de Jesús, encontrando en él consuelo, sanación y redención. En este artículo, exploraremos la devoción del Padre Pío y cómo podemos aprender de su ejemplo para vivir una vida centrada en el amor y la misericordia de Dios.
miércoles, 21 de diciembre de 2022
Pensamientos sobre la Navidad del P. Pio de Pietrelcina
Hombre lleno del amor de Dios, según los testigos de su proceso de Canonización el Padre Pío vivía con gran devoción todas las fiestas del calendario litúrgico, pero experimentaba especial ternura en la Navidad. He aquí algunos textos suyos sobre el misterio de la Navidad, para nuestra meditación personal.
«Que el dulcísimo Niño Jesús os traiga todas las gracias, todas las bendiciones, todas las sonrisas que plazca a su infinita bondad...»
... lo hace para que seas más humilde
Pidamos que nos revista de humildad
viernes, 9 de septiembre de 2022
PADRE PÍO Y LAS ALMAS DEL PURGATORIO
Padre Pío tuvo muchas experiencias místicas a lo largo de su vida y desde niño comenzó a tener apariciones. Veía a su ángel de la guarda, hablaba con él y pensaba que los demás niños también podían verlo. Para él era su compañero fiel. También se le aparecía la Virgen María, San José, el niño Jesús, y hasta el mismísimo diablo. Sin embargo, fueron las almas del purgatorio las que recurrían a él con frecuencia para pedirle auxilio.
Gerardo De Caro, hijo espiritual de Padre Pío y diputado del Parlamento italiano, conoció al fraile estigmatizado en 1943 y tuvo largas conversaciones con él. Hombre de cultura, de fe, de oración, honesto y coherente, escribió sobre el fraile capuchino: “Padre Pío tenía un conocimiento exacto del estado de un alma después de su muerte, incluyendo la duración del dolor hasta que llegaba a la purificación total”. Padre Pío sabía cuánto sufría un alma en el purgatorio y por eso inculcaba a sus hijos espirituales el amor por estas almas.
Una noche de invierno, Padre Pío estaba junto a la chimenea rezando, absorto en la oración, y de repente vio a un hombre anciano sentado a su lado, ataviado con una capa antigua y rota. Se quedó pensando por dónde habría entrado ese hombre, ya que todas las puertas del convento estaban cerradas a esa hora. Entonces, le preguntó:
– “¿Quién eres?, ¿qué quieres?”
– “Padre, soy Pietro Di Mauro, hijo de Nicolás, apodado `precoco´. Morí en este convento el 18 de septiembre de 1908, en la celda número 4. En aquel entonces esto era un asilo para personas pobres.
Padre Pío, entonces, consoló a esta alma haciéndole saber que celebraría la Misa por su liberación al día siguiente. Y así lo hizo.
A los pocos días contó esta historia al padre Paulino y los dos decidieron comprobar si este hombre había existido realmente en la ciudad. Efectivamente, las estadísticas del pueblo recogían la historia de un hombre muerto por asfixia en un incendio, producido en el asilo para pobres que estaba donde ahora se encontraba el convento de San Giovanni Rotondo.
En otra ocasión, Padre Pío se encontraba en el coro de la iglesia rezando y empezó a oír unos sonidos extraños. Escuchó pasos, y parecía que había alguien limpiando los candelabros de la iglesia y moviendo los jarrones del altar. Entonces gritó: “¿Quién anda ahí?”, pero nadie contestó. Volvió de nuevo a la oración, y a los pocos minutos oyó otra vez el ruido. Entonces se acercó al altar y se encontró con un fraile desempolvando los objetos que allí estaban. Pensó que quizá era el padre Leone y le dijo: “Padre Leone, es hora de cenar, no de limpiar el altar”.
– “Yo no soy el padre Leone, le contestó el fraile”
– “Entonces, ¿quién eres?, le preguntó Padre Pío.
– “Soy un fraile que hizo el noviciado aquí, y durante ese año mi misión era limpiar el altar y ordenarlo todo en este lugar. En todo ese noviciado no reverencié a Jesús Sacramentado como debería haberlo hecho, mientras pasaba por delante del altar. Por ese serio descuido todavía estoy en el purgatorio. Ahora, Dios me ha enviado aquí para que usted decida el tiempo que aún debo permanecer en este lugar”.
Padre Pío, que quiso ser generoso con esa alma, le contestó: “mañana por la mañana, cuando celebre la Santa Misa, estarás en el Paraíso”. El alma de ese fraile desapareció llorando.
Padre Pío, después de unos minutos, lloró también. “Qué cruel he sido -pensó-, podría haber enviado a esta alma al Paraíso esta misma noche, sin embargo, la he condenado a vivir en el purgatorio una noche más”.
Los espíritus difuntos iban a San Giovanni Rotondo a pedir ayuda al Padre Pío, entonces él rezaba por ellos, ofrecía misas e incluso su propio sufrimiento para que estas almas quedaran liberadas del purgatorio. Más tarde, regresaban agradecidas avisándole de que ya se encontraban en el Paraíso.
Un hermano de fraternidad de Padre Pío contó en cierta ocasión la siguiente anécdota: “Estábamos todos en el comedor cuando el Padre Pío se dirigió a la puerta del convento, la abrió y comenzó a tener una conversación. Los dos hermanos que le acompañaron no vieron a nadie. Al volver al comedor, Padre Pío explicó: `No se preocupen, estaba hablando con algunas almas en su camino del purgatorio al Paraíso, han venido a agradecerme que les recordara hoy en la misa´”.
En otra ocasión, alguien le preguntó a Padre Pío si sufría como las almas del purgatorio. Él respondió: “Sí, las almas del purgatorio no sufren más que yo. Estoy seguro de que no me equivoco en esto”.
Padre Pío tenía una familiaridad especial con estas almas, era tal el conocimiento que tenía de ellas que incluso la gente del pueblo, cuando enterraban a un ser querido, iban a preguntarle al Padre Pío si este difunto estaba en el Paraíso o en el purgatorio.
Un día, una mujer fue al confesionario y le preguntó a Padre Pío por su difunta hermana. Él no le contestó. Tres semanas después volvió, y el fraile le dijo: “Tu hermana ya está en el cielo”.
Algo semejante le sucedió a Cleonice Morcaldi, que era hija espiritual de Padre Pío, cuando falleció su madre.
Cuenta la propia Cleonice: “El 2 de abril de 1937 mi pobre madre, después de tres días de parálisis intestinal, murió dejándome sola […] Un mes después, aproximadamente, el 4 de mayo, el Padre, contento, me dijo después de la confesión: `Eh!, escucha, esta mañana, durante la Misa, tu madre ha volado al Paraíso´. La alegría de saber que mi madre estaba en el cielo calmó el dolor de su ausencia”.
.En 1922, el obispo Alberto Costa preguntó a Padre Pío si alguna vez había visto a un alma en el purgatorio. Padre Pío le respondió: “He visto tantas que ya ni me asustan”. Sin embargo, a los que sí asustaban eran a los hermanos de fraternidad de Padre Pío.
Una noche de 1945, Fray Pedro entró a su celda para descansar y al mirar vio a un joven fraile sentado en su escritorio con la cabeza baja, como si estuviera meditando. Le preguntó quién era y el fraile desapareció. Fray Pedro, aterrorizado, fue a contárselo a Padre Pío. Éste le acompañó de nuevo a su celda contándole: “Ese muchacho es un joven fraile principiante que está cumpliendo su purgatorio en esta celda, pero no se preocupe que no le molestará más ni lo volverá a ver de nuevo”.“Más almas de los muertos del purgatorio que de los vivos suben estas montañas cada día para asistir a mis misas y buscar mis oraciones”, sentenció Padre Pío en cierta ocasión.
viernes, 2 de septiembre de 2022
El padre Pio y la Eucaristía
No es fácil reseñar los efectos de la comunión en el padre Pío, dejemos que sea el quien los manifieste.
“…Lo que mas me atormenta, padre mío, es el pensamiento de Jesús sacramentado. El corazón se siente atraído por una fuerza superior antes de unirse a El en la mañana en el sacramento. Antes de recibirlo, tengo tal hambre y tal sed de El, que poco falta para que no muera de deseo…Y esta hambre y esta sed, lejos de apagarse después de haberlo recibido en el sacramento, crece cada vez mas. Cuando ya tengo en mí este sumo bien, entonces si que la dulzura es tan completa que poco me falta para no decir a Jesús : basta, que no puedo ya más. Casi me olvido de estar en este mundo; la mente y el corazón ya no desean ninguna otra cosa y esto, a veces, por mucho tiempo” ( Epist.I,217)
Adoración al Santísimo Sacramento
El padre Pío, a los pies del altar, dirigía la “Visita a Jesús Sacramentado” e impartía la bendición con el Santísimo. Se conmovía tan profundamente que llegaba incluso a las lagrimas; y lo que pasaba en su interior podemos descubrirlo en estas palabras que escribió al padre Agustín el 3 de diciembre de 1912: “ A veces me pregunto si es posible que haya almas que no sientan abrasar de amor divino cuando se encuentras ante Jesé Sacramentado. Esto a mi me parece imposible, si sobre todo se trata de sacerdotes o de religiosos”( Epist.I,317)
Por si fuera poco, el 21 de marzo de 1912, el Padre Pío confiaba al padre Agustín: “Ayer en la festividad de San José, solo Dios sabe las dulzuras que experimente sobre todo después de la misa, tan intensas que las siento todavía en mi. La cabeza y el corazón me ardían, pero era un fuego que me hacia bien. La boca sentía toda la dulzura de aquellas carnes inmaculadas del hijo de Dios (…) Como me colma de gozo Jesús! ¡Que suave es su espíritu! Pero yo me aturdo y no se hacer otra cosa que llorar y repetir. ¡Jesús, alimento mío! (Epist.I,266)
A Maria Gargani escribió en Julio de 1917: “Yo pienso que la santísima eucaristía es el gran medio para aspirar a la santa perfección; pero es preciso recibirla con el deseo y con el compromiso de eliminar del corazón todo lo que desagrada a quien queremos recibir” (Epist.III,282)
De la sinceridad con la que el padre Pío invitaba a la visita y a la adoración al Santísimo dan fe estas palabras sacadas de la carta que dirigió a Asunta di Tomaso el 4 de enero de 1922:”Vuela en espíritu al sagrario, cuando no puedes ir en persona; y allí expresa tus ardientes deseos y habla y pide y abraza al Amado de las almas, mejor que si te concediese recibirlo sacramentalmente.” ( Epist.III,448)
lunes, 30 de mayo de 2022
viernes, 27 de mayo de 2022
Novena al Espíritu Santo
ORACIÓN INICIAL
Ven, Espíritu Santo, Llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía, Señor, tu Espíritu y renueva la faz de la Tierra.
Las siguientes dos oraciones se dicen al final de cada día de la novena.
ACTO DE CONSAGRACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
Ante la gran multitud de testigos celestiales, me ofrezco, alma y cuerpo a ti, Eterno Espíritu de Dios. Adoro la brillantez de tu pureza, la infalible rectitud de tu justicia, y la naturaleza incondicional de tu amor. Tu eres la fortaleza y luz de mi alma. En ti vivo y me muevo y existo. No quiero ofenderte nunca con mi infidelidad, y te pido con todo mi corazón me ayudes a evitar aún el más pequeño de los pecados contra ti. Guarda con tu misericordia mis pensamientos y concédeme siempre buscar tu luz, escuchar tu voz, y seguir tus inspiraciones. De ti dependo y a ti me entrego, te pido que por tu compasión cuides mi debilidad. Te imploro, Espíritu Divino, me ayudes en mi enfermedad y me mantengas siempre en tu gracia. Dame la gracia O Espíritu Santo, Espíritu del Padre y del Hijo, de decir siempre y en todo lugar: “Habla Señor, tu siervo escucha.” Amén.
ORACIÓN POR LOS SIETE DONES DEL ESPÍRITU SANTO
Oh Señor Jesucristo, antes de ascender al cielo Tu prometiste enviarnos tu Santo Espíritu para terminar tu obra aquí en la tierra. Concédeme ese mismo Espíritu para que mi alma sea santificada y crezca en la obra de tu gracia y tu amor. Concédeme el Espíritu de Sabiduría, que deteste las cosas vanas de este mundo y aspire solo a las cosas eternas; el Espíritu de Entendimiento, para iluminar mi mente con la luz de tu divina verdad; el Espíritu de Consejo, que siempre pueda escoger la manera más segura de complacer a Dios; el Espíritu de Fortaleza, que cargue mi cruz junto a ti y que pueda sobrepasar todos los obstáculos que se oponen a mi salvación con valentía; el Espíritu de Conocimiento, que pueda conocer a Dios y a mí mismo y crecer en santidad; el Espíritu de Piedad, que pueda encontrar en el servicio a Dios algo dulce y agradable; y el Espíritu de Temor a Dios, que pueda estar lleno de reverencia a Dios y tema desagradarle en cualquier manera. Ayúdame querido Señor, a ser uno de tus verdaderos discípulos y anímame con Tu Espíritu en todas las cosas. Amén.
PRIMER DÍA: Por todos los dones
Poderoso y eterno Dios, mediante el agua del bautismo del Espíritu Santo, me haz restaurado a tu imagen y semejanza, y perdonaste todo mi pecado. Desde el cielo envía tu Espíritu de siete dones: Lléname con el Espíritu de Sabiduría y Entendimiento, el Espíritu de Consejo y Fortaleza, el Espíritu de Conocimiento y Piedad y el Espíritu de Santo Temor. Ayúdame a vivir en estos dones, que sea purificado, rechace el mal y sirva a Tu Reino. Amén.
Un Padre Nuestro, un Avemaría, siete Glorias…,
Acto de Consagración, Oración de 7 dones
SEGUNDO DÍA: El Don de Sabiduría
Ven y lléname, O Espíritu de Sabiduría, y revela a mi alma los misterios de las cosas celestiales, en su extremada grandeza, poder y belleza. Enséñame a amar esto sobre todas las alegrías y satisfacciones pasajeras de la tierra y a preferir tu sabiduría sobre la sabiduría del mundo. Ayúdame a crecer en tu sabiduría especialmente durante las tentaciones, pruebas y los retos diarios que enfrento. Amén.
Un Padre Nuestro, un Avemaría, siete Glorias…,
Acto de Consagración, Oración de 7 dones
TERCER DÍA: El Don de Entendimiento
Ven y lléname, O Espíritu de Entendimiento, ilumina mi mente, que pueda aceptar y creer los misterios de la salvación y las verdades de tu reino para poder mantenerme en el camino al cielo y servir tu reino en mi vida diaria. Ayúdame a discernir lo que es malo, e ilumíname para que pueda ser santo aquí en la tierra y vivir contigo para siempre en la luz de Tu Gloria con la clara visión del Padre y el Hijo. Amén.
Un Padre Nuestro, un Avemaría, siete Glorias…,
Acto de Consagración, Oración de 7 dones
CUARTO DÍA: El Don de Consejo
Ven y lléname, O Espíritu de Consejo. Ayúdame y guíame en todas las cosas, que pueda hacer tu santa voluntad. Inclina mi corazón a preferir solamente lo que es bueno; alejarme de lo malo, y dirígeme en el camino recto de tus mandamientos hasta esa meta de la vida eterna que tanto deseo. Amén.
Un Padre Nuestro, un Avemaría, siete Glorias…,
Acto de Consagración, Oración de 7 dones
QUINTO DÍA: El Don de Fortaleza
Ven y lléname O Bendito Espíritu de Fortaleza. Protege mi alma en tiempos de prueba y adversidad. Sostén mis esfuerzos de santidad y fortaléceme en mi debilidad, y dame fortaleza en los ataques y tentaciones de mis enemigos, que estos no me superen y me separen de ti, mi Dios y mi mayor Bien. Amén.
Un Padre Nuestro, un Avemaría, siete Glorias…,
Acto de Consagración, Oración de 7 dones
SEXTO DÍA: El Don de Conocimiento
Ven y lléname O Bendito Espíritu de Conocimiento, y concédeme la percepción de la voluntad del Padre en todas las cosas, y en cada momento el día. Crea en mi la conciencia de la inutilidad de las cosas terrenas y la fealdad de los deseos pecaminosos, que pueda yo mantener la pureza en todas mis decisiones y usar las cosas de este mundo solo si te traen gloria. Dime lo que tengo que saber para mi salvación y para el servicio a los demás. Amén.
Un Padre Nuestro, un Avemaría, siete Glorias…,
Acto de Consagración, Oración de 7 dones
SÉPTIMO DÍA: El Don de Piedad
Ven y lléname, O Bendito Espíritu de Piedad. Posee mi corazón. Dame humildad. Enciende en mí el amor a Dios y toda autoridad legítima por el bien de Su reino. Que me incomode todo lo que es malo, para que pueda alejarme de la maldad y vivir solo en ti. Amén.
Un Padre Nuestro, un Avemaría, siete Glorias…,
Acto de Consagración, Oración de 7 dones
OCTAVO DÍA: El Don del Santo Temor
Ven y lléname, O Bendito Espíritu del Santo Temor. Penetra mi alma para que te honre, te obedezca y te prefiera a ti, Señor Jesús, a Dios Padre, y a ti sobre todas las cosas. Ayúdame a rechazar las cosas que te ofenden, y hazme digno de tu presecncia ante la pureza de tus en tu Majestad Divina del cielo, donde vives y reinas por siempre en la unidad de la Santa Trinidad. Amén.
Un Padre Nuestro, un Avemaría, siete Glorias…,
Acto de Consagración, Oración de 7 dones
NOVENO DÍA: Los Frutos del Espíritu Santo
Ven y lléname, O Divino Espíritu. Llena mi corazón con tus frutos celestiales: tu amor por los demás, tu alegría, tu paz, tu bondad, tu generosidad, tu fidelidad, tu gentileza y tu templanza, que nunca me canse de servir a Dios. Mantenme cerca de ti para que mi vida produzca frutos en abundancia. Ayúdame a someterme continuamente y fielmente a tu inspiración divina para unirme eternamente a ti en el amor del Padre y del Hijo. Amén.
Un Padre Nuestro, un Avemaría, siete Glorias…,
Acto de Consagración, Oración de 7 dones
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