viernes, 2 de septiembre de 2022

El padre Pio y la Eucaristía

 



No es fácil reseñar los efectos de la comunión en el padre Pío, dejemos que sea el quien los manifieste.

“…Lo que mas me atormenta, padre mío, es el pensamiento de Jesús sacramentado. El corazón se siente atraído por una fuerza superior antes de unirse a El en la mañana en el sacramento. Antes de recibirlo, tengo tal hambre y tal sed de El, que poco falta para que no muera de deseo…Y esta hambre y esta sed, lejos de apagarse después de haberlo recibido en el sacramento, crece cada vez mas. Cuando ya tengo en mí este sumo bien, entonces si que la dulzura es tan completa que poco me falta para no decir a Jesús : basta, que no puedo ya más. Casi me olvido de estar en este mundo; la mente y el corazón ya no desean ninguna otra cosa y esto, a veces, por mucho tiempo” ( Epist.I,217)


Adoración al Santísimo Sacramento

El padre Pío, a los pies del altar, dirigía la “Visita a Jesús Sacramentado” e impartía la bendición con el Santísimo. Se conmovía tan profundamente que llegaba incluso a las lagrimas; y lo que pasaba en su interior podemos descubrirlo en estas palabras que escribió al padre Agustín el 3 de diciembre de 1912: “ A veces me pregunto si es posible que haya almas que no sientan abrasar de amor divino cuando se encuentras ante Jesé Sacramentado. Esto a mi me parece imposible, si sobre todo se trata de sacerdotes o de religiosos”( Epist.I,317)

Por si fuera poco, el 21 de marzo de 1912, el Padre Pío confiaba al padre Agustín: “Ayer en la festividad de San José, solo Dios sabe las dulzuras que experimente sobre todo después de la misa, tan intensas que las siento todavía en mi. La cabeza y el corazón me ardían, pero era un fuego que me hacia bien. La boca sentía toda la dulzura de aquellas carnes inmaculadas del hijo de Dios (…) Como me colma de gozo Jesús! ¡Que suave es su espíritu! Pero yo me aturdo y no se hacer otra cosa que llorar y repetir. ¡Jesús, alimento mío! (Epist.I,266)

A Maria Gargani  escribió en Julio de 1917: “Yo pienso que la santísima eucaristía es el gran medio para aspirar a la santa perfección; pero es preciso recibirla con el deseo y con el compromiso de eliminar del corazón todo lo que desagrada a quien queremos recibir” (Epist.III,282)

De la sinceridad con la que el padre Pío invitaba a la visita y a la adoración al Santísimo dan fe estas palabras sacadas de la carta que dirigió a Asunta di Tomaso el 4 de enero de 1922:”Vuela en espíritu al sagrario, cuando no puedes ir en persona; y allí expresa tus ardientes deseos y habla y pide y abraza al Amado de las almas, mejor que si te concediese recibirlo sacramentalmente.” ( Epist.III,448)

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